El procedimiento se llevó adelante entre el 11 y el 15 de diciembre, y fue la última edición del 2023. Anteriormente, se había realizado en los meses de marzo, junio y septiembre. Los monitoreos se hacen de forma trimestral, en cada una de las estaciones del año y son parte del compromiso de la compañía con el Informe de Impacto Ambiental (IIA) y con las regulaciones provinciales vigentes.
Los monitoreos ambientales participativos se implementan con el objetivo de detectar posibles alteraciones con respecto a la línea de base establecida en los Informes de Impacto Ambiental y sus sucesivas revisiones. El proceso fue ejecutado por una consultora externa especializada, en coordinación con la Gerencia de Sostenibilidad y Medio Ambiente de Exar. Este trabajo refleja el compromiso con el que la empresa opera en materia de preservación de la biodiversidad.
“La participación comunitaria es fundamental para la construcción de confianza, y estas actividades nos permiten transparentar nuestra forma de trabajar”, comentó Lucila Lasry, Gerente de Relaciones Comunitarias y Comunicación de Exar. A su vez, agregó: “ Nuestra industria llega a lugares a los que otras actividades no lo hacen, y en ese contexto tenemos la responsabilidad de hacerlo de una forma sostenible”.
El procedimiento incluyó dos estudios: por un lado, una evaluación biológica de la flora, la fauna, la entomología y la limnología. A su vez, se efectuó un examen físico químico para determinar la calidad del aire, el ruido ambiental y emisiones, calidad del agua, calidad del suelo, además de los efluentes cloacales generados en el campamento y los residuos industriales.
En esta oportunidad, se incorporaron en calidad de veedores, integrantes de tres de las comunidades aledañas al área de operaciones de Exar. Cinco personas de las localidades de El Toro, Susques y Puesto Sey acompañaron al personal de la compañía y de la consultora especializada a lo largo de todo el procedimiento.